divendres, 9 de gener del 2009

El concepto de Continuum (part 1)

... en el momento en que el nacimiento ha finalizado y la madre y el bebé se encuentran por primer vez como individuos separados, es cuando el trascendental acontecimiento de la IMPRIMACIÓN debe tener lugar...
Este impulso fundamental está tan arraigado en la madre humana que tienen prioridad sobre cualquier otro deseo que ella pueda tener; por más cansada, hambrienta, sedienta que esté, ella desea ante todo alimentar y tranquilizar a ese absoluto desconocido cuyo aspecto no es demasiado bonito. Si no fuera así, no habríamos sobrevivido todos estos cientos de miles de generaciones...

Pero, ¿qué ocurre si la imprimación no puede tener lugar, si el bebé es retirado cuando la madre siente el deseo de acariciarlo, de ponerlo junto a su pecho, en sus brazos o en su corazón, o si está demasiado drogada como para experimentar plenamente el vínculo afectivo que se forma en ese momento? parece ser que produce un estado de profunda tristeza... en los siglos formativos de los partos humanos, cuando no había ningún objeto que despertara la ternura de la madre, era porque el bebé había nacido muerto. La respuesta psicobiológica era la de llorar la muerte de un ser querido. Cuando el momento se pierde, el estímulo no recibe ninguna respuesta y las fuerzas del CONTINUUM suponen que no hay ningún bebé y que el impulso de la imprimación debe anularse...

Así, cuando en un hospital moderno se hacer nacer a un bebé horas o incluso minutos después de que la madre haya entrado en un estado fisiológico de llorar la muerte de un ser querido, el resultado suele ser que ella se siente culpable de no haber tenido "instintos maternales"; además sufre la clásica tragedia del mundo civilizado llamada una "normal" DEPRESIÓN POSTPARTO... precisamente cuando la naturaleza la había preparado exquisitamente para uno de los acontecimientos emocionales más profundos e influyentes de su vida.


En esta etapa, una loba fiel al continuum de los lobos habría sido una madre más idónea para un bebé humano que la madre que yace en la cama a un palmo de distáncia de él. En una unidad de neonatologia de las maternidades de la civilización occidental hay muy pocas posibilidades de recibir el consuleo de una mamá loba. El recien nacido cuya piel está pidiendo a gritos volver a sentir aquella carne suave, cálida i viva con la que estaba en contacto, es envuelto en una tela seca e inerte. Es colocado en una caja y dejado ahí, por más que llore, en un limbo donde no hay el menor movimiento (por primera vez en toda la experiéncia de su cuerpo, en los siglos de evolución o en la eternidad vivida en el útero). El bebé no cesa de llorar; sus pulmones, que no estan acostumbrados al aire, se sobresfuerzan con la desesperación que hay en su corazón. No acude nadie. Confiado en la perfección de la vida, como debe hacer por naturaleza, efectua el único acto que puede: llorar. Hasta que después de haber pasado un tiempo que para él es una eternidad, se duerme agotado...


... el bebé, cuando es llevado al hogar de su madre ya conoce a fondo como es la bida. A un nivel preconsciente que determinará todas sus impresiones posteriores, al igual que las determina ahora, sabe que la vida es insoportablemente solitaria, que no respeta sus señales y que está llena de sufrimiento.
Pero aún no se ha rendido. Su fuerza vital intentará siempre recuperar el equilibrio mientras haya vida en él...


Estracto del libro: "El concepto de continuum. En busca del bienestar perdido". De Jean Liedloff.